Manuel Rosamundo nació
en Sacramento, en el valle de Santa Clara, California, en 1867. Su padre, de
origen mexicano, era jardinero, y su madre ama de casa.
Vivían en una casa
normal, modesta, ni muy grande ni demasiado pequeña. No tenía hermanos, por lo
que se crió con algunas comodidades, y con unos padres que se preocupaban por
él.
A los dos años estaba
Manuel en el jardín con su madre, cuando ella se fijó en que al niño le
interesaban las plantas, pero no le hizo mucho caso. De vez en cuando su padre
se lo llevaba a la casa en la que él trabajaba como jardinero; era la casa del
Juez Miller. Así fue cómo Manuel comenzó a interesarse por la jardinería. Su
padre trabajó en la casa del juez hasta que Manuel cumplió los 13 años; a esa
edad su padre murió inesperadamente.
El juez, al ver lo
afectado que estaba Manuel, le prometió que cuando cumpliese 17 años le haría
ayudante de jardinero. Manuel se alegró mucho; mientras llegaba ese momento
practicaba junto a su madre en su jardín e iba a un colegio cercano, aunque
realmente no le gustaba demasiado estudiar, y tenía pocos amigos.
Cuando cumplió los 17
años Manuel fue a hablar con el juez para empezar a trabajar, pero el juez
pareció no echarle cuenta, y le puso algunas excusas. Esto decepcionó mucho a Manuel,
que, indignado, se fue.
Tras ésta desilusión,
Manuel cayó en las garras del juego. Poco a poco perdió en las apuestas todo el
dinero del que había heredado de su padre. A sus 22 años Manuel encontró una
mujer a su medida, a la que también le gustaba el juego y la mala vida; con
ella tuvo 5 hijos a los que no cuidaba mucho, 3 varones y dos chicas, por lo
que sus problemas económicos aumentaron.
El juez se enteró de
que Manuel tenía una familia, y que no tenía trabajo. Se sintió mal por la promesa que le hizo de
pequeño, y que no había cumplido, así que lo contrató de ayudante de jardinero.
Sin embargo Manuel no
aprovechó esta oportunidad, y siguió jugando y apostando, perdiendo el dinero
que ganaba trabajando. A los 30 años Manuel apostó uno de los perros de
compañía del juez, el mejor, un perro llamado “Buck”. Perdió la apuesta, así
que tuvo que robar el perro y entregarlo como pago de su deuda.
Tres
meses más tarde hizo una apuesta peligrosa: apostó que 1.000 dólares a que
podía escalar un árbol con los pies atados. Seguía acumulando deudas, así que
si conseguía ganar esta ganaría el dinero suficiente para vivir bien una buena
temporada. Pero de nuevo perdió la apuesta.
Manuel, como en otras
ocasiones, no tenía el dinero, y se lo debía a un grupo de hombres muy
peligrosos. Le dijeron que le daban 3 días para que consiguiera el dinero, y
que si no huyera lo más lejos posible, ya que esta vez no le perdonarían la vida.
Desgraciadamente
pasados 8 días le encontraron; lo llevaron al bosque, le ataron las piernas y
los brazos, le cubrieron con carne podrida y le hicieron una raja en la pierna.
Manuel estaba muy asustado y desconcertado, y no sabía lo que le hacían hasta que vio a los lobos. Chilló pidiendo
auxilio y por el dolor de los lobos despiezándole y llevándole hacia la muerte.
Pero nadie le oyó, solo acudieron más
lobos.
Manuel Rosamundo 1867-1897
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