Nerval Turín, nació
en 1610, en Roma. Vivía con sus padres en una pequeña casa en un barrio a las
afueras de la ciudad. Sus padres eran María y Nerval, y hacía tiempo habían
vivido con comodidades. Pero cuando su padre perdió su trabajo cayeron en la
pobreza.
Desde pequeño los
padres de Nerval le enseñaron a robar y no les importaba si iba o no al colegio.
Vendían lo que habían robado y así sobrevivían. A los 6 años cometió su primer delito;
le robó a un herrero sus dos mejores espadas y una bolsa de monedas. Aunque a
él no le gustaba robar, lo tenía que hacer para ayudar a la familia.
Por desgracia con el
tiempo le cogió el gustillo al robo, cada vez deseaba más y más. Cuando tenía 8
años su padre, que de joven había trabajado como mago e ilusionista, le enseñó
una técnica para que todo el que lo viera se olvidara su rostro. Con mucha
práctica la aprendió perfectamente, y eso fue su salvación en numerosas
ocasiones. También lo inició en el terreno de la magia negra. Siempre se había
comentado en el barrio que el padre de Nerval tenía poderes ocultos, pero nadie
hablaba de ello por miedo.
Cuando tenía 15 años
Nerval robó un carromato, pero, inexplicablemente, encarcelaron a su padre en vez
de a él. Su madre moriría poco después por un tumor. Nerval se quedó solo en
poco tiempo; además no tenía amigos ni hermanos y esto influyó en su carácter.
Nerval se convirtió en
una persona ruda y fuerte. Era rubio, y de ojos verdes, pero perdió la vista en
uno de ellos por una paliza cuando le pillaron en un robo. Al poco tiempo
recuperó la visión de ese ojo, al parecer gracias a la magia negra y a su
relación con el lado oscuro.
Viajó por todo el
mundo; estuvo en Alemania, Grecia, la India, España…y con sus robos estuvo
acumulando una pequeña fortuna. En Madrid, España, se quedó durante un tiempo,
conociendo gente. Allí fue dónde, con sus malas artes y sus engaños, se acercó
al entorno real, conoció a pintores famosos como Velázquez, y preparó numerosos
robos, chantajes y fechorías, buscando su propio beneficio y empleando la magia
negra y el ilusionismo para conseguirlo. Incluso se comentaba que tenía tratos
con el diablo, y se le conocía con el apodo del “lúgubre”. Por suerte, muchos
de los planes que hacía no le salían bien, ya que caía mal a la gente, que
presentían sus malas intenciones.
Más adelante quería
cometer un último delito que le jubilaría. Consistía en robar un cuadro muy
famoso cuando éste estuviese trasladándose a la casa de su nuevo dueño. Se
propuso a hacerlo, se preparó y cogió los materiales. La noche del robo durmió
a los hombres que trasladaban el cuadro en un carruaje con un cloroformo que él
mismo preparó. Pero mientras se llevaba el cuadro no se dio cuenta de que había
gente vigilando desde las ventanas durante todo el trayecto, escondidos. Uno de
estos hombres lo vio y le disparó. Apuntó al tobillo derecho, y disparó un
primer tiro; mientras que Nerval intentaba huir de la escena desangrándose el
hombre de la ventana bajó, y desde su puerta le disparó un segundo tiro en el
gemelo izquierdo, con el que lo derrumbaría al suelo. Se acercó a Nerval,
presionó la herida del gemelo con su pie, apoyó el rifle en su cabeza y disparó.
Y este fue el fin de Nerval, el “lúgubre”.
Nerval
Turín- 1610- 1670
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