domingo, 27 de abril de 2014

Continuación del libro Yerma.

        Al ver a mi marido yaciendo sobre el suelo, no sabía que hacer. Me volví paranoica, pero al final decidí huir de la escena del crimen.
Al llegar a casa era ya de noche, pero no quise saciar mi hambre. Pasé toda la noche en vela, reflexionando sobre mi conducta. Al llegar el alba, cogí una maleta con cuatro trapos y algo de dinero para emprender mi viaje hacia la casa de José, el hermano de Víctor, antes de que vinieran a interrogarme.

          Cuando llegué al pueblo, vi que estaba triste, desanimado y muy oscuro. Fui preguntando a cada vecino, hasta que al fin di con la casa de José. Golpeé el aldabón de la puerta, pero no respondían, me puse nerviosa, insistí de nuevo, pero seguían sin responder. Ya casi había perdido mis esperanzas, cuando de repente oí un chirrido que provenía de la puerta, giré y, allí, en la oscura y fría noche, una mujer decaída y con un aspecto desaliñado estaba mirando alrededor.
Supuse que era la madre de Víctor, por eso le pregunté sobre su hijo. Ella empezó a llorar, yo intenté calmarla, cuando lo conseguí me contó lo sucedido. Al enterarme de la muerte de los dos hermanos, se me calló el mundo encima. Sabía que mis esperanzas de tener un hijo se alargaban cada vez más.

- Si quieres o no tienes donde ir puedes quedarte aquí, además me siento muy sola, no tengo a nadie. Mi marido se murió hace dos años por una terrible enfermedad- me contó la mujer.

- Me quedo aquí para hacerte compañía, de todas formas no tengo donde alojarme-.

           La cama que me ofreció la mujer era bastante incómoda, pero sabía que si volvía a mi casa me iban a detener, así que me tuve que conformar con lo que tenía.

          Cuando salió el sol, me sentí mucho más aliviada que ayer. Abrí los ojos, y me encontré a la mujer justo enfrente de mí.

-Tienes visita abajo- dijo.

Bajé las escaleras y allí estaba María.

- ¡Yerma!, me he enterado de todo lo sucedido, la policía te está buscando para meterte entre rejas. He cogido unos ahorrillos que tenía guardados, y te los voy a dar para que te mudes y puedas empezar una nueva vida- me dijo.

- Te lo agradezco mucho, pero ¿qué haría yo sola en un lugar desconocido?-.

- María tiene razón, como sigas aquí la policía te encontrará- dijo la madre de Víctor.

Viendo lo que me pasaría, le hice caso a María y me marché a Dinamarca, donde encontré a mi marido actual y tuve tres hijos preciosos.

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