Martín Zalacaín, fue un joven aventurero de finales del siglo XIX, nacido en 1877 en un pueblecito del País Vasco llamado Urbía y tras un complicado parto debido a que se le adelantó a su madre, de forma imprevista.
Este joven, vivió su infancia en su pueblo natal, criado en un ambiente diferente al resto de los niños de su edad, debido a que vivía a las afueras del pueblo en un caserío de la propiedad de los Ohando, la familia más rica del pueblo. Carecía de padre y al poco tiempo también de madre. No fue a la escuela pero a él le despreocupaba esta situación debido a que pensaba que sería comandante del ejército y no necesitaría los estudios.
Martín era un chico bajito, no llegaba al metro cuarenta, de ojos azules, con el pelo rubio grasiento y con una nariz tan puntiaguda como la punta de un lápiz. Tenía unos dientes perfectos que brillaban como el sol al amanecer pero estaba literalmente en los huesos porque apenas comía, no tenía dinero para nada.
Pero era una persona muy astuta y conocía todas las huertas del pueblo como la palma de su mano; robaba frutas de ellas, sobre todo de el huerto de los Ohando. Este inmenso huerto tenía todo tipo de alimentos, de todos los rincones del mundo, era un lugar dónde todo hombre habría querido entrar. Por todo este tipo de pillerías,en el pueblo se le conocía por un bandido o ladrón.
El joven muchacho se casó con Catalina de Ohando, la hermana de su eterno enemigo, Carlos de Ohando. Tuvieron un hijo que recibió el nombre de Miguel, en recuerdo del tío abuelo de Zalacaín, Miguel de Tellagorri, porque fue el familiar que cuidó a Martín durante toda su infancia bebido a la perdida de su madre.
La gente que lo conocía lo podía describir cómo aventurero, valiente, rebelde, despreocupado, irresponsable, leal con sus ideas, rencoroso, honorable, inquieto, vengativo con las personas que le habían intentado molestar o arrebatarle algo de su propiedad y muy amigo de sus amigos, siempre daba la cara por ellos en cualquier circunstancia.
Una de sus mayores preocupaciones era la guerra, soñaba con no perder nunca ningún combate y convertirse comandante y derrotar a los carlistas definitivamente.
Martín Zalacaín murió debido a un tiro en la última guerra carlista, siendo él un comandante.
Con la guerra prácticamente terminada su enemigo de siempre ,Carlos Ohando, lo mató por la espalda a traición. Después los soldados de Zalacaín acabaron con él.
Zalacaín murió 1900 por la traición del Cacho en fue recordado en la historia por su gran aportación en las guerras carlistas y nunca nadie borrará su nombre de la historia.
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